La reina del pop cumplió el pasado 16 de agosto 60 años, un buen momento para repasar lo que ha significado su figura y sus innumerables cambios de estilo.
Corría el año 1984 cuando una Madonna vestida de novia «virgen» sorprendía al mundo de la música por primera vez. Sobre el vestido de «Like a virgin», los rosarios y crucifijos danzan sobre sus pechos apresados por el corsé, anticipando las continúas referencias religiosas que vendrían después. Un año más tarde aparecía en la película «Buscando a Susan desesperadamente«, y su look punk-romántico hizo furor entre las adolescentes que hacían cola para comprar los aros dorados, las gafas estilo Ray Ban, los tops de encaje y las medias de red.
Desde entonces, la chica que llegó a Manhattan para comerse el mundo pasó a ser una de las musas del mundo de la moda. Sus continuos cambios de look, como los de su admirado David Bowie, le ayudaron a permanecer en el candelero a lo largo de los años. Los años 90 se recordarán entre otras cosas por su famoso corsé de pechos cónicos diseñado por Jean-Paul Gaultier para la gira Blonde Ambition Tour. La estrella musical más atrevida de todas y el enfant terrible de la alta costura lograron llevar el imaginario subversivo al mainstream para cuestionar los roles de género y exaltar el erotismo.
Después vendría el video de Vogue, con su sobrio blanco y negro, en el que demostró que las mujeres también podían vestir trajes a rayas y corbatas y la lencería hot era ropa mostrable. Madonna fue modelo de primeras marcas de lujo, como Dolce&Gabbana, firma para la cual, además, creó una colección. Pero la diva también sabe rebajar su caché y colaborar con marcas más asequibles para su público de clase media como H&M. Su estilo ha sabido beber de diversas fuentes y nunca ha tenido reparo en apropiarse de looks como el de la otra rubia, Marilyn Monroe.
Más de 85 cambios de vestuario para encarnar a Eva Peron en Evita le valieron entrar en el Libro Guiness de los Records. Con prendas hechas a medida, joyas de Bvlgari, pieles de Fendi y 36 pares de zapatos de Salvatore Ferragamo, la película inundaba la pantalla del glamour y el exceso de la moda una vez superado el horror de la posguerra.
Para la autora de «Like a prayer» lo suyo siempre ha sido el arte de la provocación. Su libro Sex, en el que el fotógrafo de moda Steven Meisel la retrató en poses erótico-pornográficas la llevó a traspasar una línea que algunos sectores ultraconservadores todavía no le han perdonado. En 2016, se vio empapada de críticas cuando para la gala del Museo Metropolitano de Arte -MET- de Nueva York eligió un vestido de Givenchy que apenas escondía sus carnes detrás del encaje. Para la edición de este año, sin embargo, fue más recatada y eligió la imaginería católica, otro clásico de su repertorio.
«El hecho de que la gente realmente crea que una mujer no puede expresar su sexualidad y ser atrevida después de una cierta edad, es una prueba de que aún vivimos en una sociedad etarista y sexista»
Madonna ha ganado varios premios en el mundo de la moda, entre ellos haber sido galardonada como «el mayor icono del estilo y la moda» en la ceremonia del 2007 de los Elle Style Awards, entregado por la revista Elle. Algunas veces se puede haber pasado de hortera enfundadose un mallot con unos tacones para el video de Hung Up, pero lo que no cabe duda es de que Madonna es una de las mujeres empresarias que mejor ha sabido gestionar su marca. Su imagen y estilo a dado pie a extensos estudios y comentarios. Sus prendas se exhiben en grandes museos. Y no cabe duda de que artistas posteriores como Lady Gaga, Cristina Aguilera o Britney Spears le deben mucho.