La nueva película de Sofía Coppola muestra una versión feminista y parcial de la vida de Priscilla Presley junto al rey del rock.
Al igual que ocurría en María Antonieta, film anterior de Sofía Coppola, Priscilla vive encerrada en su torre de marfil, ajena a todo lo que acontece a su alrededor. La cinta es el contrapeso de Elvis, el biopic de Baz Luhrmann estrenado en 2022. Todo lo que allí era exceso y glamour con estética de videoclip, aquí son imágenes sombrías en tonalidades neutras. Pero esta no es la única diferencia, en la cinta de Coppola no aparece ninguna canción de Elvis, debido a que los herederos del cantante no han dado el permiso. Y esto ya nos hace sospechar que no están muy contentos con la versión contada por la ex del cantante de Hearbreak Hotel. Tampoco hay apenas rastro del Coronel Parker, villano absoluto en la cinta de Luhrmann, no sea que los espectadores se confundan sobre quién es el verdadero villano.
La película se basa en el libro publicado en 1985 Elvis y yo escrito por la propia Priscilla junto a Sandra Harmon, que narra su visión de mujer anulada que vive a la sombra de su famoso marido. Una versión interpretada por la actriz Cailee Spaeny y adaptada a los tiempos que corren, sin que exista el contrapunto de la otra parte, fallecido en 1977 y que por otra parte nunca tuvo una mala palabra sobre su ex mujer. Tampoco su hija que falleció el año pasado puede dar su opinión, aunque antes de su muerte si se mostró contraria a lo que cuenta su madre tanto en la novela como en la película. Y es que a pesar de lo que se muestra en el film, Priscila, que sigue conservando el apellido del cantante, lleva viviendo del mito desde que se separara de éste en 1973, como la mayoría de la gente que rodeo la vida de Elvis.
Con todo esto no queremos decir que Elvis fuera un santo, no lo era, pero muchas de sus ausencias no se debían a que estuviera viviendo el rock and roll way of life, acostándose con actrices y poniéndose hasta arriba de drogas. Más bien el consumo de estupefacientes le servían para aguantar el ritmo frenético de trabajo al que le sometía el coronel. Elvis era la gallina de los huevos de oro para mucha gente y lo ha seguido siendo tras su muerte.
El retrato que se construye es el de una mujer frágil y vulnerable frente a un hombre maltratador y machista, interpretado por Jacob Elordi, si es que en la America de los años cincuenta todos los hombres eran progresistas y feministas. La vida de Priscilla más allá de Elvis no tiene demasiado interés, por lo que su existencia vuelve a ser similar a la de esa Maria Antonietta a la que solamente le interesaba rodearse de lujos mientras su pueblo se moría de hambre.